Tesoros subastados: Dos historias ocultas tras el lienzo

El mundo del arte no deja de sorprendernos, revelando secretos que permanecieron dormidos durante décadas y revalorizando piezas que van mucho más allá de la simple técnica pictórica. Recientemente, dos obras han acaparado la atención no solo por su valor monetario, sino por la carga histórica y emocional que arrastran: una pintura récord de Frida Kahlo vinculada a un amor prohibido y un retrato perdido de un líder independentista corso que resurge tres siglos después.

El sueño millonario de Frida y su musa detrás del lente

En una subasta que dejó a más de uno con la boca abierta en Sotheby’s, la obra de la artista mexicana Frida Kahlo titulada “El sueño (La cama)” alcanzó la impresionante cifra de 54,7 millones de dólares tras apenas cuatro minutos de disputa. Esta pieza, que muestra a la artista dormida en una cama con dosel bajo un esqueleto de papel maché y explosivos, multiplica por más de mil el precio que obtuvo en 1980. Pero el valor real de este cuadro, pintado en una de las etapas más convulsas de su vida, reside en su dedicatoria implícita.

Según historiadores del arte latinoamericano, este complejo autorretrato fue concebido para Nickolas Muray, un pionero de la fotografía estadounidense de origen húngaro con quien Kahlo mantuvo una relación amorosa durante diez años. Muray no fue un amante cualquiera; fue el hombre que capturó la imagen de Frida más que nadie, inmortalizándola con su icónica vestimenta de tehuana y ayudando a cimentar la percepción visual que el mundo tiene hoy de ella. Su relación floreció en un momento crítico, justo cuando Frida regresaba de París en 1939 y enfrentaba la dolorosa realidad del divorcio solicitado por Diego Rivera.

Un amor marcado por la independencia

Nickolas Muray, quien revolucionó la fotografía comercial y editorial en Nueva York con el uso del color en los años 30, fue un pilar financiero y emocional para la artista. Sin embargo, la historia no tuvo un final de cuento de hadas. Aunque Muray deseaba casarse, quedó claro que Frida no buscaba un nuevo esposo, sino un amante y compañero, lo que llevó al fotógrafo a alejarse y contraer matrimonio con otra mujer. Irónicamente, Frida estaba terminando “El sueño” como un regalo de agradecimiento por años de bondad justo cuando se enteró de los planes de boda de Muray.

El resurgir del “Padre de la Patria” en Córcega

Mientras el mercado del arte vibraba con Kahlo, al otro lado del Atlántico, en la isla de Córcega, una historia de redención histórica tomaba forma. Hace treinta años, un cuadro del artista británico Sir William Beechey se vendió bajo el genérico título de “Retrato de un hombre”. Lo que el vendedor ignoraba, y el comprador anónimo sabía muy bien, es que el sujeto no era otro que Pascal Paoli, el líder independentista corso del siglo XVIII y figura clave de la Ilustración.

Este retrato, que ha permanecido oculto en una colección privada en la isla mediterránea desde 1994, sale nuevamente a subasta, pero esta vez con su título correcto y coincidiendo con el 300 aniversario del nacimiento de Paoli. Vincent Bronzini de Caraffa, el subastador encargado, asegura que esta pieza es mucho más que arte; toca la fibra sensible de la identidad de la isla y el ideal de libertad europea. Paoli fue un hombre admirado por filósofos como Rousseau y escritores como Samuel Johnson, e incluso fue un héroe para un joven Napoleón Bonaparte.

Un legado democrático y el exilio inglés

Conocido por los corsos como U Babbu di a Patria (Padre de la Patria), Paoli ha sido injustamente olvidado fuera de sus fronteras. Durante su mandato como líder electo, declaró a Córcega una república independiente, fundó una universidad y redactó una constitución moderna que serviría de inspiración para los revolucionarios estadounidenses. Sin embargo, la invasión francesa de 1768 forzó su exilio a Inglaterra, donde el rey Jorge III le otorgó una pensión real.

La historia de Paoli es un vaivén de alianzas; llegó a presidir un efímero reino anglo-corso bajo la protección británica tras la Revolución Francesa, pero terminó muriendo en Londres en 1807, declarado traidor por Francia tras oponerse a la ejecución de Luis XVI. Sus restos no regresaron a Córcega hasta 1889, aunque su memoria perdura con un busto en la Abadía de Westminster.

El efecto del Brexit en el mercado del arte

Un dato curioso sobre la venta del retrato de Paoli es su ubicación. Eric Turquin, experto en arte, señala que hace quince años esta pintura habría ido directamente a Londres, el antiguo centro del mercado de los viejos maestros. No obstante, el Brexit ha cambiado las reglas del juego, convirtiéndose en un desastre logístico con trámites burocráticos multiplicados, lo que ha favorecido que la obra se quede y se venda en Córcega.

La pintura se exhibirá en Bastia antes de la subasta del 13 de diciembre. Como bien menciona De Caraffa, este lienzo es un “testigo silencioso”, el último mensaje de un hombre de la Ilustración que, al igual que Frida Kahlo en su lienzo, utilizó su imagen para dejar una huella imborrable en la historia de la libertad y la pasión humana.